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jueves, 2 de mayo de 2013

Formación. Nada aprendimos de la Burbuja de los Tulipanes .




Carlos Montero -  Jueves, 02 de Mayo
Pocas burbujas financieras han sido tan asombrosas e irracionales como la fiebre por los Tulipanes de mediados del siglo XVII. El historiador Anne Goldgar en 2007 escribió un estudio sobre esta burbuja titulado “Tulipanmanía”. Rob Wile de Business Insider escoge varios pasajes de este libro para mostrar en unas pinceladas como fue una de las mayores burbujas de la historia. Veamos:
Hace 376 años el gobierno holandés se reunió para resolver un
problema acuciante: su sector del tulipán se desmoronaba. Aunque ahora esto suena absurdo, en la época era uno de los sectores económicos más importantes. Posteriormente fue despreciado, como muestra los escritos de un contemporáneo en 1648: “No sé qué clase de espíritu maligno nos ha engañado desde el infierno. Nuestros descendientes, sin duda, se reirán de la locura humana de nuestra época: la locura  por las flores de tulipán”.
Los tulipanes holandeses fueron el primer activo especulativo del mundo moderno. Sufrieron una explosión alcista y una caída en vertical.
Todo se inició cuando un embajador de la corte de Solimán el Magnífico se dio cuenta de esta flor nativa de Asia Central. A finales del año 1.500, decidió enviársela a un amigo botánico en Leiden, Clusius. Pero el comercio de objetivos exóticos ya era conocido en Europa cuando irrumpió el tulipán en el mercado. El propio Clusius pedía a sus amigos marinos mercantes que recogieran extraños peces para él en sus viajes, y que intercambiaran plantas raras por medallas o inusuales objetos hechos por el hombre.
La bolsa de Ámsterdam abrió sus puertas en 1602. El comercio del grano del Báltico, el cual había ayudado a la creación de la Compañía Holandesas de las Indias Orientales, había estado operando como un mercado informal de futuros durante décadas.
Los tulipanes eran un buen producto para comerciar. No sólo eran hermosos, sino que también había un montón de variedades para ser analizadas y clasificadas. Iba más allá de la estética.
En la década de 1630, estaban abiertas muchas casas de bolsa que operaban con tulipanes. El comercio resultó irresistible. Sin embargo, Goldar argumenta que el círculo involucrado en la compra y venta de tulipanes siguió siendo muy limitado. En su mayoría se componía de comerciantes y artesanos cualificados. A menudo eran todos parientes. Pero incluso si el comercio real era limitado, la Tulipanmanía pronto se convirtió en la comidilla nacional.
Los vecinos hablaban con los vecinos de tal o cual variedad, los colegas con los colegas, los comerciantes, libreros, panaderos, y médicos aconsejaban la compra a sus clientes. Se apoderó de todo el mundo esta nueva fascinación y se cautivaron por una visión repentina de rápido beneficio.
En 1637 los precios alcanzaron un punto crítico. Un bulbo de tulipán pasó de valer 125 florines el 31 de diciembre de 1636, a 1.500 florines el 3 de febrero de 1637. El punto culminante de la Tulipanmanía fue la legendaria subasta que tuvo lugar en la ciudad de Alkmaar el 5 de febrero de ese año. El evento fue diseñado para recaudar fondos para los niños huérfanos. De acuerdo con un folleto impreso, una variedad Viceroy de tulipanes fue vendida por 4.203 florines y una variedad Admirael Van Enchuysen por 5.200 florines.
No se sabe muy bien lo que inició la ola de ventas. Muchas fuentes señalan que se produjo por un acuerdo que salió mal en Haarlem. Otros dicen que los compradores finalmente se dieron cuenta de los precios estratosféricos que habían alcanzado los tulipanes. El colapso también coincidió con una plaga menor que se extendió por el país.
Goldgar afirma que no hay evidencia que sugiera que la oferta comenzó a superar a la demanda, aunque las casas de bolsa empezaron a cultivar sus propios tulipanes. Pero de forma precipitada, los bulbos de la temporada perdieron casi todo su valor, afectando a compradores y vendedores, así como a las casas de bolsa y compañías de seguro que habían surgido en torno a ellos. El descenso fue tan precipitado que el 27 de abril, el gobierno federal se vio obligado a intervenir. Pero no funcionó.
Emitieron una débil proclama diciendo que los magistrados locales arbitrarían en los problemas originados por los contratos sobre tulipanes. Tras la formación de comisiones independientes se decidió cancelar la mayor parte de los contratos de futuro, y cobrar una cuota del 3,5% con cargo a los deudores.
Goldgar destierra dos mitos de esta burbuja. El primero es que la clase comerciante fue eliminada, cosa que no sucedió, ya que la mayor parte de estas operaciones estaban centradas en una pequeña clase rica. Y por otro que la Tulipanmanía destruyó toda la economía del país. La mayoría de los sectores de la industria holandesa siguió creciendo hasta mediados del siglo VXII.
Una de las razones por la que aún es recordada según Goldgar, es que el mayor daño fue a los valores holandeses. Lo peor del crash de los tulipanes fue que se anuló una sociedad ordenada basada en la confianza.
Pero la razón principal es que las burbujas siguen sucediendo. Nada se aprendió de aquella experiencia. Es más, años después del crash de los tulipanes, se creó la denominada “burbuja de los Mares del Sur”. Y así hasta nuestros días.


Roberto Guadalupe, Análisis de Acciones de Wall Street.
Fuente : La Carta de la Bolsa.


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