Carlos Montero
Miércoles, 10 de Abril del 2013
La
economía en Japón está centrando últimamente el interés del mercado financiero
mundial, por la extrema política expansiva que va a aplicar su Banco Central.
Ayer el BoJ anunció su primera intervención en el mercado de bonos soberano
japoneses, comprando 1,2 billones de yenes (9.250 millones de euros).
El BoJ
comprará al menos 7,2 billones de yenes en deuda del país. Algunos inversores
señalan que esta cantidad se podría ir por encima de los 10 billones de yenes.
La cifra es enorme, y la repercusión que podría tener en el resto de mercados
financieros mundiales podría ser relevante.
Según las últimas estimaciones de flujo de fondos, inversores japoneses están reduciendo sus posiciones a la deuda pública nacional (cuyas rentabilidades irán a la baja por la compra masiva del BoJ), y trasladando su dinero a EE.UU. y Europa principalmente. Esta entrada de dinero foráneo provocará que los tipos de interés de la deuda pública centroeuropea sigua en mínimos históricos (en el caso de Francia, Alemania, Austria, Bélgica, Finlandia), y proporcione alivio a la deuda periférica europea.
La reciente historia económica en Japón es la más interesante a nivel global de los últimos años. Así lo cree el analista del Washington Post, Neil Irwin.
Japón se incorporó en el último momento, a la crisis financiera mundial que se ha desarrollado en los últimos seis años, escribe Irwin. En 2008, la segunda economía más grande del mundo (pronto será la tercera), todavía estaba tratando con las consecuencias de su propia crisis bancaria de la década de 1990, y con una economía sumida en una generación de estancamiento económico y persistente deflación de bajo nivel. Si usted tomó una instantánea de la economía japonesa en 2002 y nuevamente en 2012, no vería muchos cambios.
Pero eso ha cambiado, prosigue Irwin. Un nuevo gobierno asumió el poder el día después de Navidad, dirigido por el primer ministro Shinzo Abe, prometiendo adoptar todos los remedios keynesianos necesarios para finalizar con la larga recesión. En particular, desarrollará una combinación de estímulos fiscales a gran escala, a través del Banco de Japón, para alcanzar una inflación anual del 2%, frente a una inflación promedio del 0,3% desde 2000. La bolsa japonesa subió bruscamente y el yen ha registrado caídas de importancia tras este anuncio, exactamente la reacción que el Banco de Japón quería ver.
Hay una gran excitación en todo el mundo con estas medidas japonesas, ya que de repente este país se ha convertido en el mejor experimento natural para tomarse como ejemplo por otros países como EE.UU., o los de la UE.
Hay una serie de preguntas abiertas que han atormentado a los que abogan por una receta keynesiana más agresiva en EE.UU. y Europa, de dinero fácil y estímulo fiscal. Me voy a limitar a los dos más importantes, señala Irwin:
- ¿Puede un banco central crear mayor inflación en una economía deprimida, o la impresión de una elevada cantidad de dinero sólo afecta a los precios de los activos y al valor internacional de la moneda sin afectar a la economía real?
- ¿Pueden los niveles de deuda pública de un país alcanzar un punto de inflexión en un país grande que tiene su propio banco central y una considerable demanda interna de sus bonos, el cuál desarrolla una arriesgada política de estímulo fiscal, cuando ya existe un alto nivel de deuda en relación al PIB? Uno de los grandes desafíos de la macroeconomía es que los diferentes países y sus situaciones económicas son tan diferentes, que es difícil aplicar las enseñanzas de unos a otros. Y las crisis, en particular, no suceden muy a menudo, por lo que tenemos menos ejemplos para seguir y responder mejor a ellas.
La economía de EE.UU. del año 2008 y la de Tailandia de 1998 tienen en común que ambas experimentaron algún tipo de crisis, pero son países tan radicalmente diferentes, y sus crisis tuvieron causas tan distintas, que no son particularmente útiles las medidas que se aplicaron a una para la otra.
Sin embargo, Japón es una historia diferente. Es una gran economía avanzada que ha sido dañada por los resultados de su propia banca y la crisis financiera. Su historia ha sido la de una grave depresión. Tiene control sobre su moneda, y la demanda de los ciudadanos de los bonos del gobierno es lo suficientemente profunda, que tiene al mismo tiempo la mayor deuda con respecto al PIB del mundo y las tasas de interés más bajas.
En efecto, Japón es una advertencia para Estados Unidos, Gran Bretaña y Europa continental.
De cualquier forma, sería un error considerar que la estrategia de Japón no entraña riesgos. Si los esfuerzos para devolver la inflación a Japón resultan ser muy exitosos, aumentarían los costes de endeudamiento del gobierno japonés, por lo que su enorme deuda de dos veces su PIB, sería excepcionalmente difícil de mantener.
Si todo va según lo previsto, el sector industrial de Japón volverá a recuperarse por un yen más débil, una mejora en la economía va a mejorar su déficit, y la nación podría adentrarse en un círculo virtuoso, con una inflación alrededor del 2%, y el ratio Deuda/PIB descendiendo anualmente. Si las cosas salen mal, pronto podríamos estar mirando a la madre de todas las crisis de duda soberana. Cualquiera que sea el camino que adopte la economía japonesa, sería una interesante lección para el resto del mundo, concluye Irwin.
Lacartadelabolsa
Roberto Guadalupe, Análisis de Acciones de Wall Street.
Fuente : Capital Bolsa.