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miércoles, 15 de agosto de 2012

Análisis & Opinión . " Las lecciones que debemos aprender de los 5 años de crisis ".


Las lecciones que debemos aprender de los 5 años de crisis


Carlos Montero
Lunes, 13 de Agosto del 2012 - 19:37:00
Hace cinco años, las cosas parecían color de rosa. En la primera semana de agosto de 2007, las previsiones de los inversores y los principales bancos centrales pronosticaban tasas de crecimiento del 2-3% en Estados Unidos y Europa.

Sin embargo, el 9 de agosto de 2007 todo cambió. Un banco francés, BNP Paribas, anunció grandes pérdidas en inversiones en hipotecas de alto riesgo. El mismo día, el Banco Central Europeo (BCE) se vio obligado a inyectar liquidez de emergencia por importe de 95.000 millones de euros. La crisis había comenzado.
Durante el primer año, las autoridades miraron a Japón como una guía, o más bien una advertencia. La burbuja de la
deuda de Japón había causado una "década perdida", desde 1991 a 2001. Los analistas generalmente sacaron tres lecciones. Para evitar el estancamiento al estilo japonés era vital, en primer lugar, actuar con rapidez, en segundo lugar, limpiar los balances deteriorados, y, en tercer lugar, proporcionar un estímulo económico. Si Japón se toma como criterio, Estados Unidos y Gran Bretaña han tenido resultados mixtos. La zona del euro se ve como si se hubiera "japonizado".
Se tardan muchos años en apilar tal nivel de deuda. Mire el consumidor estadounidense. La deuda estaba alrededor del 70% del PIB en 2000, y creció en alrededor de 4 puntos porcentuales por año hasta alcanzar casi el 100% del PIB en 2007. Lo mismo puede decirse de los bancos europeos y los gobiernos: las deudas aumentaron enormemente, pero a un ritmo constante. Por lo tanto, no era difícil ver como se estaban acumulando las deudas.
La crisis estalló al comprobarse que las exposiciones en activos de alto riesgo estaban muy extendidas. Muchos activos valían menos en el mercado que el precio de compra. Las deudas comenzaron a ser insostenibles y los tipos de interés se dispararon. Esto significó que los gobiernos, los consumidores y los bancos, se enfrentaron de repente a costes mucho más altos, ya que las deudas que estaban venciendo se tenían que refinanciar a tasas más altas.
La reacción fue rápida. A finales de 2008 la Reserva Federal, el BCE y el Banco de Inglaterra habían recortado las tasas de interés oficiales. Su objetivo era compensar el alza de los costos de la deuda a las que se enfrentaban las empresas y los consumidores. Los recortes fueron rápidos para los estándares japoneses. Parecía que se había aprendido la primera lección.
La caída de precios de los activos conllevó que muchos bancos y empresas tuvieran deudas que superaban con creces los activos. La experiencia japonesa muestra que el siguiente trabajo era hacer frente a esos balances quebrados. Para eso hay tres opciones principales: renegociar la deuda, aumentar el capital, o ir a la quiebra.
En los esfuerzos para revitalizar los balances, los inversores de deuda han tenido su propio reinado. Las deudas se han pagado. De hecho, un reciente informe de Deutsche Bank muestra que incluso los inversores en deuda de alto riesgo han tenido cinco años muy buenos. Los bonos de los bancos en los Estados Unidos han dado una rentabilidad del 31%, en Europa el 25%.
Mientras el valor de los activos caía, la deuda mantenía su valor. Así que, aunque la deuda causó el problema, las acciones sufrieron las consecuencias. El índice sectorial del Dow Jones de Bancos ha caído más del 60% desde 2007, según Deutsche Bank. Los precios de algunas de las acciones bancarias se han desplomado más del 95%.
En muchos casos, el colchón de capital era demasiado pequeño, por lo que los gobiernos intervinieron, tomando participaciones en los bancos. Tanto en Estados Unidos como en Europa, los gobiernos estuvieron detrás de sus sectores financieros. Los balances fueron reparados. Parecía que la segunda lección de Japón también se había aprendido.
Sin embargo, la limpieza acabó mudando el problema. Los gobiernos se endeudaron para financiar los rescates. Así que los balances de los bancos se reforzaron en detrimento de las arcas públicas. El apoyo de Estados Unidos a los bancos costó el 5% del PIB, la inyección de efectivo de Gran Bretaña a sus bancos en problemas fue del 9% del PIB. Y la deuda de los hogares sigue siendo elevada.
La tercera lección de Japón fue impulsar un fuerte estímulo: en una economía en crecimiento, un alto nivel de deuda no tiene por qué ser un problema. Tome las finanzas de un hogar. Una gran hipoteca está muy bien, siempre y cuando los ingresos de los cabeza de familia sean suficientes para pagar los intereses y dejen algo para el ahorro. La inflación también ayuda, ya que las deudas se fijan en sus valores históricos, pero los salarios deberían aumentar con la inflación.
Siguiendo el ejemplo de Japón, los bancos centrales participaron en la "flexibilización cuantitativa" (QE), la compra de bonos con dinero en efectivo de nueva creación. El objetivo es aumentar los precios de los bonos, reduciendo los rendimientos y haciendo manejable la carga de deuda. Los programas QE han sido más atrevidos que en Japón y de hecho hemos visto como caían los rendimientos de los bonos corporativos.
Sin embargo, aunque las autoridades aprendieron algunas lecciones de Japón, hay razones para preocuparse para los próximos cinco años. En Gran Bretaña y Estados Unidos hay dos preocupaciones principales. En primer lugar, el estímulo fiscal puede no ser suficiente y en Gran Bretaña se está retirando antes de que la economía vuelva a repuntar. Después de haber apoyado los bancos, los gobiernos están tratando de reducir el déficit y tienen poco para gastar. Richard Koo, del banco Nomura, reconoce que la experiencia de Japón muestra que los gobiernos deben aumentar los préstamos para absorber los ahorros del sector privado.
En segundo lugar, los rescates gubernamentales pueden tener costos a largo plazo. En algunos casos, los balances quebrados son un signo de un modelo de negocio quebrado; la quiebra es entonces una mejor opción, limpiando la economía de las empresas improductivas. Japón mantuvo demasiadas empresas "zombi". Hay indicios de que esto también está pasando hoy en día en los Estados Unidos y Gran Bretaña. El gobierno estadounidense gastó más de 601.000 millones de dólares en rescates, con 928 beneficiarios en el sector bancario, de seguros y del automóvil. Gran Bretaña tiene grandes participaciones en dos de sus cuatro grandes bancos y no tiene planes claros para venderlos.
La zona del euro se encuentra en una posición más peligrosa. Su recuperación ha sido muy lenta. Sus perspectivas son desalentadoras: los datos publicados el 1 de agosto mostraron una contratación manufacturera en Alemania, Francia e Italia, a un ritmo creciente (arrastrando al Reino Unido con ellos). Y al escaso estímulo y la "zombificación" de la industria se puede agregar un tercer rasgo japonés: la indecisión política.
Fuentes: The Economist


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