Las lecciones que debemos
aprender de los 5 años de crisis
Carlos Montero
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Lunes, 13 de Agosto del 2012 - 19:37:00
Hace cinco años,
las cosas parecían color de rosa. En la primera semana de agosto de 2007, las
previsiones de los inversores y los principales bancos centrales pronosticaban
tasas de crecimiento del 2-3% en Estados Unidos y Europa.
Sin embargo, el 9
de agosto de 2007 todo cambió. Un banco francés, BNP Paribas, anunció grandes
pérdidas en inversiones en hipotecas de alto riesgo. El mismo día, el Banco
Central Europeo (BCE) se vio obligado a inyectar liquidez de emergencia por
importe de 95.000 millones de euros. La crisis había comenzado.
Durante el primer año, las autoridades miraron a Japón como una guía, o
más bien una advertencia. La burbuja de la
deuda de Japón había causado una
"década perdida", desde 1991 a 2001. Los analistas generalmente
sacaron tres lecciones. Para evitar el estancamiento al estilo japonés era
vital, en primer lugar, actuar con rapidez, en segundo lugar, limpiar los
balances deteriorados, y, en tercer lugar, proporcionar un estímulo económico.
Si Japón se toma como criterio, Estados Unidos y Gran Bretaña han tenido
resultados mixtos. La zona del euro se ve como si se hubiera
"japonizado".
Se tardan muchos años en apilar tal nivel de deuda. Mire el consumidor
estadounidense. La deuda estaba alrededor del 70% del PIB en 2000, y creció en
alrededor de 4 puntos porcentuales por año hasta alcanzar casi el 100% del PIB
en 2007. Lo mismo puede decirse de los bancos europeos y los gobiernos: las
deudas aumentaron enormemente, pero a un ritmo constante. Por lo tanto, no era
difícil ver como se estaban acumulando las deudas.
La crisis estalló al comprobarse que las exposiciones en activos de alto
riesgo estaban muy extendidas. Muchos activos valían menos en el mercado que el
precio de compra. Las deudas comenzaron a ser insostenibles y los tipos de
interés se dispararon. Esto significó que los gobiernos, los consumidores y los
bancos, se enfrentaron de repente a costes mucho más altos, ya que las deudas
que estaban venciendo se tenían que refinanciar a tasas más altas.
La reacción fue rápida. A finales de 2008 la Reserva Federal, el BCE y
el Banco de Inglaterra habían recortado las tasas de interés oficiales. Su
objetivo era compensar el alza de los costos de la deuda a las que se
enfrentaban las empresas y los consumidores. Los recortes fueron rápidos para
los estándares japoneses. Parecía que se había aprendido la primera lección.
La caída de precios de los activos conllevó que muchos bancos y empresas
tuvieran deudas que superaban con creces los activos. La experiencia japonesa
muestra que el siguiente trabajo era hacer frente a esos balances quebrados.
Para eso hay tres opciones principales: renegociar la deuda, aumentar el
capital, o ir a la quiebra.
En los esfuerzos para revitalizar los balances, los inversores de deuda
han tenido su propio reinado. Las deudas se han pagado. De hecho, un reciente
informe de Deutsche Bank muestra que incluso los inversores en deuda de alto
riesgo han tenido cinco años muy buenos. Los bonos de los bancos en los Estados
Unidos han dado una rentabilidad del 31%, en Europa el 25%.
Mientras el valor de los activos caía, la deuda mantenía su valor. Así
que, aunque la deuda causó el problema, las acciones sufrieron las
consecuencias. El índice sectorial del Dow Jones de Bancos ha caído más del 60%
desde 2007, según Deutsche Bank. Los precios de algunas de las acciones
bancarias se han desplomado más del 95%.
En muchos casos, el colchón de capital era demasiado pequeño, por lo que
los gobiernos intervinieron, tomando participaciones en los bancos. Tanto en
Estados Unidos como en Europa, los gobiernos estuvieron detrás de sus sectores
financieros. Los balances fueron reparados. Parecía que la segunda lección de
Japón también se había aprendido.
Sin embargo, la limpieza acabó mudando el problema. Los gobiernos se
endeudaron para financiar los rescates. Así que los balances de los bancos se
reforzaron en detrimento de las arcas públicas. El apoyo de Estados Unidos a
los bancos costó el 5% del PIB, la inyección de efectivo de Gran Bretaña a sus
bancos en problemas fue del 9% del PIB. Y la deuda de los hogares sigue siendo
elevada.
La tercera lección de Japón fue impulsar un fuerte estímulo: en una
economía en crecimiento, un alto nivel de deuda no tiene por qué ser un
problema. Tome las finanzas de un hogar. Una gran hipoteca está muy bien,
siempre y cuando los ingresos de los cabeza de familia sean suficientes para
pagar los intereses y dejen algo para el ahorro. La inflación también ayuda, ya
que las deudas se fijan en sus valores históricos, pero los salarios deberían
aumentar con la inflación.
Siguiendo el ejemplo de Japón, los bancos centrales participaron en la
"flexibilización cuantitativa" (QE), la compra de bonos con dinero en
efectivo de nueva creación. El objetivo es aumentar los precios de los bonos,
reduciendo los rendimientos y haciendo manejable la carga de deuda. Los
programas QE han sido más atrevidos que en Japón y de hecho hemos visto como
caían los rendimientos de los bonos corporativos.
Sin embargo, aunque las autoridades aprendieron algunas lecciones de
Japón, hay razones para preocuparse para los próximos cinco años. En Gran
Bretaña y Estados Unidos hay dos preocupaciones principales. En primer lugar,
el estímulo fiscal puede no ser suficiente y en Gran Bretaña se está retirando
antes de que la economía vuelva a repuntar. Después de haber apoyado los
bancos, los gobiernos están tratando de reducir el déficit y tienen poco para
gastar. Richard Koo, del banco Nomura, reconoce que la experiencia de Japón
muestra que los gobiernos deben aumentar los préstamos para absorber los
ahorros del sector privado.
En segundo lugar, los rescates gubernamentales pueden tener costos a
largo plazo. En algunos casos, los balances quebrados son un signo de un modelo
de negocio quebrado; la quiebra es entonces una mejor opción, limpiando la
economía de las empresas improductivas. Japón mantuvo demasiadas empresas
"zombi". Hay indicios de que esto también está pasando hoy en día en
los Estados Unidos y Gran Bretaña. El gobierno estadounidense gastó más de
601.000 millones de dólares en rescates, con 928 beneficiarios en el sector
bancario, de seguros y del automóvil. Gran Bretaña tiene grandes
participaciones en dos de sus cuatro grandes bancos y no tiene planes claros
para venderlos.
La zona del euro se encuentra en una posición más peligrosa. Su
recuperación ha sido muy lenta. Sus perspectivas son desalentadoras: los datos
publicados el 1 de agosto mostraron una contratación manufacturera en Alemania,
Francia e Italia, a un ritmo creciente (arrastrando al Reino Unido con ellos).
Y al escaso estímulo y la "zombificación" de la industria se puede
agregar un tercer rasgo japonés: la indecisión política.
Fuentes: The Economist